Este sábado 1 de Junio hemos celebrado 155 años de la apertura de nuestro primer proyecto, nuestra Casa Madre, lugar fundacional de nuestra congregación.
Un 1 de Junio de 1964, Antonia María de Oviedo, nuestra fundadora, y José María Benito Serra, nuestro fundador, lograban con mucho esfuerzo abrir la primera casa que acogería a mujeres que venían de la «calle» y que querían y necesitaban ayuda. Una casa, que sería la primera de muchas más, y que daría el inicio a un proyecto congregacional muy claro, la ayuda a mujeres en situación de prostitución.

Una semilla que se sembró en Ciempozuelos y que se ha extendido por todo el mundo a través de aquel legado, nuestra Misión Congregacional que hoy continuamos.
Nuestros fundadores, en aquella época tan convulsa, llena de prejuicios y estigmas les dieron un lugar a estas mujeres y alquilaron, en un principio, una casa en la calle Jardines, 1 y posteriormente adquirieron un monasterio alcantarino abandonado desde la desamortización de Mendizábal, en la que ahora se llama Calle Venerable Madre Antonia de la Misericordia, y que se ha convertido hoy en nuestra Casa de Espiritualidad.
Hoy, después de 155 hemos querido celebrarlo con vosotros y vosotras, a través de un recorrido de varias cartas de nuestros fundadores con diferentes personalidades de la época que nos haga recrear aquellos momentos de inicio de nuestra historia, tan importante para nuestra Casa de Espiritualidad de Ciempozuelos.

Carta de Madre Antonia a los Señores Rubio. 15 de mayo. 1864.
Los hermanos Rubio, Antonio y Pedro eran respectivamente Secretario particular y médico de la Reina Gobernadora, Mª Cristina de Borbón. La profunda amistad entre Antonia y estos, desde su conocimiento en Palacio (1848) perdura hasta su muerte. En esta carta ven muchos inconvenientes, no les parece acertado que Antonia termine sus días en el pueblo de Ciempozuelos. Pero también ellos apoyan incondicionalmente la fundación de Antonia, especialmente durante los primeros años de comienzo.
“…La desaprobación de unos amigos como Vds. en una cosa en la que estoy no sólo decidida, sino comprometida, no puede menos de ser dolorosísima para mí, y lo es tanto, que recibida la carta de Vds. unos días antes, por más que hace ya más de un mes que la cosa está decidida, por más empeño que tengo en ello, por más resuelta que estuviera en ella, no respondo de lo que hubiera contestado.
Pero en esto me parece haber mediado la Providencia, si la Providencia es la que me empuja. Quince han sido los días que han transcurrido desde que escribí a Vds. hasta hoy, y hace cinco que todas las mañanas aguardo con impaciencia el correo. Mientras urgían las decisiones prontas, apretaban las circunstancias. La Sra. de Solís, a quien la guardia civil quería alquilar su casa, vino a decirme que los jefes rehusaban aguardar más y perdía ante todo nuestra contestación. El caso era urgente. Se perdía una ocasión única. La casa es hermosa, bien situada y barata. El alquiler es de 10 reales, al día, justo el precio de mis cuartos de Roma. En la urgencia resolví pues alquilar por un año, aguardando la oportunidad de comprarla. Tengo pues casa en Ciempozuelos.”
Carta de Madre Antonia a Lolita de Oviedo. 3 de Junio 1864.
Lolita es Mª Dolores Oviedo y Ruiz, prima de Antonia. En Madrid vive una tía de ésta y Lolita nacida en Madrid el 1846 se casa con Manrique de Lara y se traslada a Filipinas.
“ Te diré sin embargo, que cuanto más se hace, más se ve lo que falta que hacer, y no sé cómo se concluirá en el día de mañana lo más urgente. Sin embargo sigo en la idea de ir a Madrid el domingo por la tarde, pero me tendré que volver el lunes pues no está esto en condiciones de recibir al Sr. Obispo ni tampoco a las muchachas. Cristales rotos, puertas sin picaporte, ventanas que no cierran, estuco que se desprende de la pared por todas partes, pozos que no tienen ni cubo ni soga, falta absoluta de tinajas y de pucheros de cocina en el pueblo, etc. etc., y eso sin contar que la mitad de los muebles han venido rotos. Lo demás particularmente las buenas y hermosas mantas llenas de manchas, etc, etc. Con carpintero, cerrajero, vidriero, peón, albañil, etc. he pasado el día teniendo que llamar éste, aguardar al otro, etc. Pero así y todo estoy muy buena, no me ajetreo, duermo mucho, y ayer hasta siesta eché.”
Antonia a Mª Cristina Muñoz, Titina. 29 de mayo. 1864
Mª Cristina Muñoz, para Antonia, Titina (nace 1840), es la infanta más pequeña educada por ella durante doce años (1848-1860). La considera como “la perla de sus alumnas y la joya de su corazón”. La comunicación y relación entre ellas expresa el cariño y agradecimiento que se tenían.
«Estoy metida en la fundación de una casa para recoger a pobres muchachas arrepentidas que quieren servir a Dios. Pero que no teniendo a dónde ir, vuelven al vicio para no morir de hambre en la calle. Se convierten en el hospital y piden por caridad que se las recoja en alguna parte. Le aseguro que es una pena ver esa situación porque son almas creadas por Dios a su imagen y semejanza y rescatadas por su sangre y hay que salvarlas. ¡Oh sí salvarlas si queremos salvarnos nosotros! Mons. Serra, en la inacción forzada en que se encuentra, no teniendo obispado a que atender, va haciendo el bien por todas partes donde puede. Va a confesar a los enfermos de los hospitales, y lleno de dolor, se resolvió a fundar una. Conociendo mi carácter y que dispongo de absoluta libertad de mí misma, pensó en mí para esta fundación como contó en Roma para fundar la obra Apostólica que tanto éxito tuvo. Aquí Dios ha comenzado a bendecir nuestros esfuerzos.
«… Estos días acabo de comprar muebles, sábanas y otras cosas necesarias, y el martes voy a Ciempozuelos para arreglar la casa. Por ello renuncio a mi viaje a Asturias, ni voy con mi tía. Tengo que quedarme aquí necesariamente para poner en marcha la casa, porque no hay nadie que junte a la buena voluntad la entera libertad de que yo disfruto y la ventaja de haber viajado y haber visto mucho. Pienso hacer algo parecido a las casas de las Hermanas de la Providencia de Roma. Por ahora todo pesa sobre mí, y pido a Dios que me dé luces y fuerza para cumplir debidamente con mi cargo». Ya ve pues cómo no puedo ir a Suiza.”
Carta del P. Serra a Madre Antonia en Madrid. 3 de Junio 1864
«Debe saber que una muchacha del nº 13, me parece sale del hospital y va a la casa preparada por las Hnas de la Doctrina Cristiana. Me han dicho que no puede estar allí más que una sola noche, porque es casa de huéspedes. ¿Podríamos recogerla enseguida? Creo que tiene solamente unos 14 o 15 años. Berta está todavía en el hospital”.
El miércoles día 8 reciben las dos primeras jóvenes: Mª Serat Farman de 24 años, natural de Burdeos, y Josefa Enríquez de 15 años, natural de Madrid. El día de San Juan, 24 de junio se celebra la primera misa y ambas jóvenes hacen la primera comunión.
Los primeros pasos se van dando no sin dificultades, pero el P. Serra en la seguridad de que es obra de Dios anima y confía que Antonia nunca le defraudará.
Carta del Padre Serra a Madre Antonia. 16 de Junio de 1864.
«Admiro lo que está haciendo. Dios la bendecirá. Sea valerosa y no se descorazone por ninguna cosa de este mundo. Esta es Obra de Dios porque es por la salvación de las almas por lo que trabajamos. Tenemos fundamentos sólidos, y la Obra continuará. No temo nada, excepto su desaliento. ¡Perdóneme! Confío que Ud. nunca me defraudará.
Estuve esta mañana en el Hospital. Hay muchas chicas que están para dejar el mismo y desean ir a nuestra Casa. Estoy casi determinado a tomar algunas buenas mujeres para que le ayuden a U. y reciban a esas chicas. ¿Qué le parece de esto?»
Al finalizar el año hay doce jóvenes acogidas en la casa.
La decisión firme y consecuente que tomaron Antonia y Serra, son un símbolo de nuestra congregación para continuar la Misión. Una Misión que se extendería más tarde a muchos otros países: Angola, Filipinas Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela, Méjico, Italia, Portugal, España, Estados Unidos, Guatemala, Puerto Rico y República Dominicana y Uruguay.
Hoy 155 años después, nos hemos reunido aquí en Ciempozuelos, la Comunidad de Hnas. de la Casa, Laicos y Laicas de la Familia Oblata, los sacerdotes del pueblo, y amigos y amigas que nos expresan su cariño día a día, para dar gracias por todo el camino recorrido de mano de Nuestros Padres Fundadores y de tantas hermanas.

Hemos hecho una pequeña celebración en la que hemos recordado todos estos momentos, nos hemos emocionado viendo lo importante que ha sido el Proyecto Oblata en nuestra vida y en la de tantas otras y hemos puesto nuestra mirada en un futuro unidas y unidos por y para la mujer. Para terminar de festejar hemos comido una gran Paella todos juntos y hemos celebrado la alegría de ser Oblata y la alegría de la hermandad que nos enseñó Jesús.

Por muchos años más.
