
El martes 26 de febrero celebramos en Ciempozuelos la muerte y vida de nuestra madre fundadora, Antonia María de Oviedo y Shönthal.
En la celebración, además de toda la Familia Oblata de Ciempozuelos (hermanas de la casa, laicas y laicos), estuvieron amigas y amigos de diferentes ámbitos y lugares, entre ellos, las Hnas. Hospitalarias, los Hnos. de San Juan de Dios, las Hnas. Teresitas y las Hnas. Mater Dei. Con todos ellos compartimos este pueblo hospitalario en el que nuestros padres fundaron la congregación y misión de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.

Fue una celebración emocionante, con la mujer como centro de oración y reflexión, como así nos lo legó Antonia.
La oración comenzó en el panteón donde se encuentran los fundadores de la congregación, la venerable Madre Antonia y el padre Serra, con una pequeña vigilia y la lectura de una de las crónicas de la muerte de Madre Antonia (28 de febrero de 1898).
Desde allí caminamos en procesión por los mismos pasillos que recorrió Madre Antonia y que fueron testigos de los primeros pasos de nuestro proyecto congregacional.

Llegamos a la Capilla, donde continuamos con la celebración en un profundo ambiente de oración y recuerdo a nuestra Madre.
Sus frases y su memoria fueron protagonistas junto a su mayor legado, la ayuda a la mujer y la lucha por su dignidad, a través del evangelio (Lucas 13, 10-17) y de tres testimonios de mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual.
Se generaron momentos de profunda reflexión que renovaron nuestro compromiso con nuestra misión y orígenes, que se pudieron apreciar en el momento de compartir, en el que se verbalizaron metas, deseos y por supuesto gran gratitud a Madre Antonia por ponerse en nuestro camino y mostrarnos esta realidad.

La diversidad que teñía la capilla fue motor e índice de esperanza, ya que, como se destacó, todas y todos, más allá de ideologías, tenemos la responsabilidad de construir una Iglesia inclusiva que no mire para otro lado y así multiplicar la semilla que sembró en nosotros Madre Antonia y que seguirá floreciendo en tantos y tantos corazones.