Hacemos memoria agradecida por la vida de Don Marino, capellán de Ciempozuelos

Por el año 1979 llegó a Ciempozuelos un sacerdote aragonés, procedente de Venezuela, para impartir la asignatura de religión en el instituto Rey Juan Carlos de esta localidad. Se instaló en la casa que teníamos las Hnas. Oblatas del Santísimo Redentor a la entrada de la finca, que era conocida como “la casa del Capellán”, pues en ella vivían los diferentes capellanes de la comunidad desde 1919. Se integró, también, como Coadjutor de la parroquia del pueblo Santa Mª Magdalena.

D. Marino Mancho Vives, el mañico, como se le conocía popularmente por ser natural de Zaragoza, deja un buen recuerdo entre la gente del pueblo. “Recordaremos sus misas cortas y homilías claras, su presencia activa en el mundo marginal de los más desfavorecidos, su empeño por pacificar y reconciliar los conflictos familiares y su derroche de energía con los jóvenes en las clases de religión, para despertar su atención e interés ante el mensaje liberador de Jesús”.

Entre nosotras, además de celebrar todos los días la Eucaristía, participaba en diferentes momentos alegres y dolorosos de la vida de la comunidad, como un hermano dispuesto siempre para ayudar. La cronista de la comunidad señala, “con su gracia aragonesa pone la nota de alegría y buen humor que le caracterizan”.

El tiempo avanza y en los primeros años del 2000 se ve la necesidad de estudiar la realidad de la casa del capellán y, dada la situación de deterioro general, se decide el derribo de la misma. Don Marino es el último capellán que la habita y se traslada a la casa parroquial en el cercano pueblo de Titulcia.

Más tarde, a la muerte de D. Miguel Ángel, párroco del pueblo, con el que compartió más de 30 años de camino pastoral, decide ir a Huesca con la familia que le queda. Allí termina su recorrido por los caminos de este mundo el 17 de septiembre de 2020 y alcanza, por fin, la verdad plena del Resucitado.

En la Eucaristía del domingo 11 de octubre de 2020, la comunidad de Ciempozuelos, junto con el grupo del laicado y otras personas del pueblo, damos gracias al Padre de todos, por la vida generosa y fecunda de Marino.

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