Con motivo de la Jornada de Oración contra la Trata de Personas, la revista ‘Padre de todos’, de la Diócesis de Getafe, a la que pertenece nuestra casa madre de Ciempozuelos, ha publicado un artículo acerca de la labor oblata.
Recogemos el texto a continuación, el cual se puede consultar íntegramente en la web diocesana:
Hermanas oblatas: esperanza contra la trata y la prostitución
Llevar el amor de Cristo a las mujeres que ejercen la prostitución y/o son víctimas de trata y explotación sexual es el compromiso que asumieron las hermanas oblatas del Santísimo Redentor el 2 de febrero de 1870.
La idea originaria de los fundadores, Mons. José María Benito Serra y Antonia María de Oviedo, era abrir una casa-asilo para las mujeres que salían del hospital de San Juan de Dios, pero pronto vieron que el Señor les llevaba por un camino de mayor compromiso. Así nació en 1870 la Congregación de Oblatas del Santísimo Redentor, que hoy dedican su vida y su obra al rescate de mujeres de la calle.
Con motivo de la Jornada Mundial contra la Trata de Personas, que la Iglesia celebró el pasado 8 de febrero, festividad de santa Josefina Bakhita, Padre de Todos ha querido conocer la historia de María (nombre ficticio), una persona que ha sentido en su propia carne ese amor de Cristo que le daba la oportunidad de empezar una nueva vida. Su camino de horror desde Nigeria, que comenzó en 2005, ha terminado gracias a la mano salvífica de las oblatas.
«Llegué a España porque tenía el sueño de comprar una casa para mis padres. Me prometieron trabajo en un supermercado y la independencia en un año. Cuando me di cuenta de que era mentira, quise escaparme, pero no pude. Debía mucho dinero”. Así empieza el relato de María, una de las miles de mujeres víctimas de la trata que existen en España y a las que las mafias traen engañadas. María quiere que su experiencia –cruel y desgarradora en muchos momentos– sirva de aviso para que otras mujeres abran los ojos. […]
“Gracias a las hermanas oblatas logré salir de la calle y empezar una vida normal, aunque no ha sido fácil”, añade esta nigeriana. “La tarea principal es humanizar. A ello se orientan las relaciones en el acompañamiento personal, los diferentes recursos profesionales, los talleres”, cuenta Mari Cruz Ciordia, hermana oblata de la Casa de Espiritualidad de Ciempozuelos.