
El 28 de febrero, las hermanas de la Sede General, de la comunidad de Ciempozuelos y un grupo de laicos, nos reunimos en oración para conmemorar que hace 124 años, ese mismo día, la Madre Antonia fallecía a los 76 años, en este pueblo y esta casa.
Aquí, en la Casa de Ciempozuelos, están las raíces, el espíritu de nuestros fundadores. Ellos están en el origen del carisma y misión de la familia Oblata, hoy extendida en diversos países.
La vida de Antonia está viva entre nosotras, pues unas generaciones han transmitido a otras cómo era, cómo vivía, cómo se relacionaba con las chicas, con las hermanas, cómo acogía y ayudaba a los vecinos del pueblo; la fe y confianza que vivía y transmitía.

Hace 60 años, la Iglesia la reconoció y declaró Venerable. A ella también confiamos nuestra oración: Madre Antonia María de la Misericordia.
A continuación, damos lectura a dos breve testimonios que hablan de Antonia. El Primero es de 1910, el segundo de 1927. Escuchamos:

- En lo tocante a la vida de la Madre que sin duda es lo más querido de usted. Le diré que no esperaba yo tanta santidad y que he visto con sumo contento que la Fundadora de las Oblatas es en toda verdad un alma de Dios abrasada del amor divino y del celo de las almas que es todo uno. Pamplona 16 de enero. 1910.
- Cómo me atrae la vida de la M. Antonia que me has enviado. No sé dejarla de la mano. Verdaderamente la M. Antonia era una santa. Yo soy viejo y no la conoceré beatificada; pero sí lo será. ¡Cuánto debió sufrir la pobre Madre con las cosas de Palacio y qué tiempos tan tristes para España debió conocer! Manila 30 de noviembre. 1927.